La Alpujarra es una región de rico folclore, con las aportaciones de todas las culturas que han pasado por estas tierras y han dejado su impronta. El rico acervo alpujarreño se manifiesta en coplas y coplillas populares, refranes y adivinanzas, canciones de cuna y de meceor, canciones de ánimas y villancicos. Y también juegos, leyendas, tradiciones y fiestas populares: un gran legado cultural que actualmente ha quedado restringido a las manifestaciones públicas propias de las fiestas patronales, celebraciones ocasionales y concursos de baile y cante.
Afortunadamente, muchos pueblos cuentan con grupos culturales y asociaciones que trabajan por rescatar y conservar este patrimonio, recuperando canciones, coplas, danzas y tradiciones de tiempos remotos. La celebración del Festival de Música Tradicional de la Alpujarra es la ocasión ideal para dar a conocerlo y disfrutar de él.
Quizá la principal manifestación cultural viva de la Alpujarra sea el trovo, digno sucesor de la antigua poesía trovadoresca. Se trata del arte de improvisar versos, por lo general quintillas, y de entablar una discusión dialéctica entre dos troveros sobre algún tema propuesto. Lo acompaña siempre la música, con guitarra, laúd y violín. Su ámbito geográfico se ciñe a la sierra de la Contraviesa.
Respecto al baile, cada región o pueblo tiene el suyo propio, si bien las principales manifestaciones y las más frecuentes son el robao y la mudanza. El primero es un baile en el que los bailaores cambian de pareja, que se van quitando unos a otros. La mudanza, en cambio, requiere varias parejas o un buen grupo de personas que ejecuten una danza en la que un cortejador baila entre sus compañeros con grandes y ágiles saltos. Los bailaores llevan castañuelas con cintas alargadas de muchos colores, dando vistosidad a las danzas.