Fotografía: Antonio Sánchez
A cerca de 75 km de la capital granadina, Bubión se encumbra sobre los riscos al borde del Barranco de Poqueira, en la falda sur de Sierra Nevada. Bubión, «terreno de bueyes» según la derivación del latín bovium, cuenta con 340 habitantes en la actualidad; no es de extrañar que sea uno de los rincones más tranquilos y apacibles de los que se pueden hallar en toda la Alpujarra granadina.
Su situación intermedia y sus 1300 metros de altitud convierten a esta pequeña población en la más privilegiada del Barranco de Poqueira, ofreciendo las más espectaculares perspectivas del lugar.
Fotografía: Antonio Sánchez
Al norte, las colosales cúspides de Sierra Nevada y el Pico del Veleta se alzan junto a la silueta de Capileira. Al frente, la vertiente opuesta del barranco y la frondosidad de la vegetación quedan bellamente salpicadas por algunos cortijos. Y al sur, si las condiciones del clima lo permiten, el horizonte de Sierra de Lújar da paso a las montañas africanas del Atlas marroquí, tras el Mediterráneo. Con un poco de suerte, en días diáfanos es posible distinguir los barcos más allá de la costa motrileña.
El carácter alpujarreño emana por las calles y casas construidas en tiempos árabes y conservadas por los habitantes de Bubión, lugar que ha sido calificado como Conjunto Histórico-Artístico y distinguido como uno de los Pueblos Más Bonitos de España y el primero de Andalucía de turismo slow; por dichos callejones, incontables fuentes invitan a los transeúntes a probar la pureza del agua de Sierra Nevada durante su visita al pueblo.
En Bubión, la sucesión de las estaciones acarrea constantes cambios en el paisaje. Las heladas y escarchas en el amanecer silencioso del frío invierno, unidas a las ocasionales nevadas de noviembre a marzo, contrastan con los cambios de los meses venideros: las flores de los cerezos anuncian la llegada de la primavera y los campos y laderas comienzan a bullir de vida y color. Los tallos, brotes y hojas de los árboles pintan el paisaje de vivas tonalidades, mientras que aves migratorias como la golondrina o el avión común retornan del continente africano para anidar en el cálido período estival. El atractivo turístico, las fiestas patronales y las suaves temperaturas en esta parte de la sierra hacen que el verano traiga consigo la agitación y el bullicio, propios de esta época del año.
Los imponentes atardeceres que tiñen de rojo y púrpura el cielo de septiembre dan paso al otoño, momento en el que los bosques caducifolios empiezan a cambiar de color al mismo tiempo que los árboles pierden sus hojas. Las tonalidades anaranjadas, rojizas y amarillentas anuncian de nuevo el regreso de los fríos y oscuros meses invernales.
El truco está en saber aprovechar cada época del año. En Bubión abundan los lugares de interés turístico. Como pincelada, en el casco histórico se ubican la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, levantada en el siglo XVI, y el Museo de la Casa Alpujarreña. Para explorar la población de arriba abajo, los lavaderos públicos, miradores y telares textiles artesanos son el mejor aliciente, sin dejar de lado los restaurantes y bares en los que se puede saborear la deliciosa gastronomía alpujarreña.
En las inmediaciones del pueblo, la ermita de San Antonio, los castaños centenarios y las eras aparecen próximos a las distintas rutas y caminos que parten de Bubión: las travesías a los pueblos del barranco, la ruta del río Poqueira, el camino del monte o el sendero a la conocida artesa de los moros. Sea cual sea la opción elegida, es una oportunidad extraordinaria para realizar senderismo y rutas a caballo en un entorno de castaños, robles, encinas y morales.
Las fiestas en honor de San Sebastián y San Antón, patrones del pueblo, tienen lugar dos veces al año: el fin de semana más próximo al 20 de enero, día de San Sebastián, y el penúltimo fin de semana del mes de agosto. Otra festividad destacada es el célebre chisco de San Antón de la noche del 17 de enero, presente en buena parte de los pueblos alpujarreños.
Todas estas circunstancias y particularidades hacen de Bubión una encrucijada cultural forjada desde épocas remotas por fenicios, romanos, visigodos, árabes y cristianos.
Lugares de interés
Parroquia de Nuestra Señora del Rosario
De estilo mudéjar, la iglesia parroquial se yergue sobre los riscos en la parte más baja del pueblo, en pleno casco histórico, dominando la panorámica de todo el Barranco de Poqueira. Alzándose sobre los restos de un antiguo baluarte nazarí, el templo ha pasado por muchas vicisitudes a lo largo de su historia, habiendo sido pasto de las llamas durante la rebelión de los moriscos de la zona, en las navidades de 1568, poco después de finalizar su construcción. Más tarde, en el siglo XIX, se vio muy afectado por los terremotos de la época.
Su valor religioso, paisajístico y urbanístico impera sobre el meramente artístico, formando parte del bello conjunto de la amplia plaza del ayuntamiento, con su característica fuente en el centro.
Ermita de San Antonio
Esta ermita de nueva construcción comenzó a ser edificada hace una década, sobre los cimientos y ruinas de la anterior, donde apenas quedaban las huellas de los antiguos muros. Su inauguración el día 13 de junio de 2007 fue un acontecimiento memorable, coincidiendo con el día de San Antonio, en el que se puso fin a una aspiración que no se había logrado concretar en los diferentes intentos realizados desde la década de los ochenta.
Hasta mediados del siglo pasado, este fue el lugar donde se celebraba la primera comunión de los niños del pueblo, coincidiendo con el final del curso escolar y el día de San Antonio.
Museo de la Casa Alpujarreña
En la plaza del Doctor Pérez Ramón, junto a la iglesia y el ayuntamiento, se encuentra esta vivienda construida durante la Reconquista y reformada posteriormente, encarnando la típica casa alpujarreña.
Este museo constituye una magnífica representación etnográfica, con la distribución típica de las habitaciones y mobiliario de las casas del pasado siglo. Las paredes de la vivienda exhiben diversos objetos y elementos del hogar utilizados en el pasado reciente; un uso que también está presente en la actualidad en muchos hogares alpujarreños.
Lavaderos públicos
En Bubión encontramos dos lavaderos públicos tradicionales, vestigios de tiempos no muy lejanos. Dichas construcciones son un icono de la vida en los pequeños pueblos alpujarreños, recordando que en lugares como estos se fraguaba una estrecha convivencia entre los vecinos.
Generalmente construidos en las cercanías de acequias y fuentes, de las que reciben sus aguas, los lavaderos presentan un circuito interno por el que fluye el agua cristalina hasta las pilas de lavado. Debido a la falta de agua corriente en las casas, las mujeres del pueblo acudían aquí cada día para hacer la colada.
Eras
Dos son las eras de Bubión, escalonadas y de considerables dimensiones. Conformando la herencia agrícola colectiva del municipio, sobre la era se encuentra una máquina aventadora de gran tamaño junto a un antiguo tractor. Estas dos eras se localizan en la parte baja del pueblo, en dirección al río, y el mirador que se abre sobre el barranco brinda unas vistas imponentes.
Castaños centenarios y artesa de los moros
Son múltiples los gigantes y centenarios castaños que se pueden encontrar más allá de la ermita del pueblo; con unas de las mejores panorámicas de toda la zona es el lugar perfecto para detenerse a merendar. Su antigüedad les hace aparecer en una de las leyendas más pintorescas asociadas a Bubión.
Pasados los castaños centenarios y escondida entre encinas, se encuentra una gran piedra de unos dos metros de alto con un hueco interior tallado a mano: es la artesa de los moros. Aunque la tradición oral la asocia al uso de los moros como artesa para el amasado de pan, otra de las hipótesis se decanta por relacionarla con las minas de hierro y fábricas de fundición fenicias y romanas, que empleaban la encina como fuente de energía. La artesa debió de estar a nivel del suelo en aquella época, quedando al descubierto con el paso del tiempo, por efecto de la erosión.
Centro budista O Sel Ling
Vive con compasión, trabaja con compasión. Cuando aparezcan los problemas, afróntalos con compasión. Con esta sencilla enseñanza se recibe al visitante que se acerca al centro budista O Sel Ling, 'lugar de la luz clara', tal y como lo nombrara el propio Dalai Lama en su visita oficial a España de 1982. Encaramado en la vertiente derecha del Barranco de Poqueira en el cerro de la Atalaya y con unas vistas espléndidas, este pequeño lugar, al que se llega por una pista que parte de la ermita del Padre Eterno, fue fundado dos años antes.
Desde entonces, decenas de personas, budistas o no, acuden durante todo el año a realizar retiros de meditación o participan en los cursos que se imparten sobre la tradición budista. Se alojan en casitas de piedra y madera de estilo alpujarreño repartidas por la montaña en un ambiente tranquilo, ideal para el crecimiento espiritual.
La historia de la comunidad budista de la Alpujarra dio un tremendo y mediático giro en 1986 cuando el quinto hijo de Paco y María, los pioneros del centro, fue reconocido como la reencarnación del difunto lama Yeshe tras unas pruebas concluyentes que se le realizaron. Así, Osel Hita Torres se convirtió en el famoso lama alpujarreño, un joven líder espiritual que vivió durante años en la India. Al cumplir los 18 años retornó a su país natal junto a su familia, renunciando a ser lama tibetano.